domingo, 25 de abril de 2010

Felicidad en estado puro

Felicidad en estado puro, brutal, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo... Mejor que el sexo, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas... Mejor que la nocilla y los batidos de plátano... Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del Milenium... Mejor que los andares de Ally Mcbeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford... Mejor que el pequeño paso de Amstrong sobre la Luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, las malas experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágenos de los labios de Pamela Anderson, mejor que los excesos de Morrinson... Mejor que la libertad... Mejor que la vida.

Es así como sentí cuando mis dedos habían terminado de escribir todo aquello que guardaba en mi interior desde hace tantos meses. Si me hubieran hecho un análisis emocional en ese momento hubieran encontrado un alto porcentaje de inseguridad, nerviosismo y pánico pero también unas pinceladas de felicidad. Necesitaba superar aquel miedo que me tenía paralizada para avanzar y me sentí pletórica una vez lo había conseguido. No hay nada como vencer aquello que te hace débil, ya que, de alguna manera cuando lo haces adquieres una gran fortaleza.

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