lunes, 3 de mayo de 2010

El secreto de vivir

Me siento en el coche, colocó el asiento a mi medida, muevo los retrovisores hasta ver lo suficiente, me pongo el cinturón de seguridad, arrancó el motor, piso el pedal de freno mientras quito el freno de mano, piso embrague y meto primera, voy soltando embrague poco a poco, y empiezo a acelerar. Unos pasos que se han convertido en algo rutinario cada vez que comienzo a conducir aunque en un principio me costaba recordar que orden debía seguir para hacer lo correcto. Conforme voy cogiendo soltura me doy cuenta que conducir y vivir tampoco es tan diferente. En un principio no tienes ni idea como conseguir avanzar más de dos calles sin que se te cale el coche como cuando de pequeño empiezas a dar tus primeros pasos pero siempre acabas en el suelo porque la falta de experiencia te hace sentir inseguro. No solo tienes que estar atento de combinar el movimiento de pies correctamente, tanto para conducir como para caminar, sino que en el camino habrá millones de obstáculos que tendrás que sortear para demostrar que puedes conseguir aquello que te propones. En la vida real los peatones serán aquellos conocidos que no forman una parte importante de nuestra vida pero permanecen a nuestro lado. Debes ser amable con ellos aunque alguna vez esto nos hará cuestionarnos que estamos perdiendo parte de nuestro tiempo. Los otros conductores serán aquellos amigos que hacen que nuestra vida sea más divertida y emocionante. Sin ellos estaríamos más tranquilos pero no más felices aunque debemos tener cuidado porque también tienen la capacidad de hacernos daño. Y por último las señales de tráfico son todos esos consejos que nos dicen cómo debemos actuar cuando surgen dudas pero no siempre hacemos caso. Al final cuando te haces mayor te das cuenta que vivir es tener un velocímetro que marca de 0 a 210 pero nunca ir a más de 120.

No hay comentarios:

Publicar un comentario